Plazas
Estructuras en suspenso
El paisaje como tema histórico en las artes visuales, plantea el encuentro entre el espacio y el tiempo, si bien representa un lugar, lo hace a favor de una visión cultural histórica, un momento y una sociedad que lo habita. La visión de nuestro paisaje no puede sino depender de conceptos e imágenes históricas, pero también, de dispositivos y prácticas del presente. El proyecto plantea vínculos con el realismo del S. XX, debido a la cotidianeidad de lo representado, con el pop a través de un uso limitado de color y con el modernismo a través de la abstracción geométrica y el cruce entre arte y arquitectura; busca conversar con prácticas del cine y la fotografía a través de una perspectiva gran angular y un encuadre cortado que fragmenta el espacio. Por otro lado, mi práctica constantemente hace alusiones al modernismo impulsado por la Bauhaus como imagen dialéctica, es decir, hace una relación entre lo que fue y lo que es, a veces esta relación puede ser melancólica, pero el mayor interés yace en situar los conceptos de crisis y cambio, constatando y protestando los ideales de progreso. Si la modernidad fue la respuesta de una sociedad en tiempos de crisis, ¿Cómo podemos representar el paisaje de nuestra sociedad hoy, si vivimos en tiempos de cambios y crisis constante?
La forma del paisaje urbano contemporáneo es semejante al orden social, se estructura a favor del poder hegemónico, delimitando “al otro”, silenciándolo, eliminándolo y haciéndolo desaparecer, como sucede con cárceles (para los criminales), hospitales (para los enfermos) o asilos (para los ancianos), la otredad se delimita y se fragmenta para continuar con la “normalidad”. Muchas veces “lo otro” está estrechamente relacionado con el cuerpo, esto se ve reflejado formalmente en una tendencia arquitectónica del espacio limpio, genérico (normal) y aséptico.
El propósito de plazas y parques es funcionar como espacios de distención, ocio y encuentro social, dentro de muchas de ellas se localizan estructuras especializadas para los niños, estas generan espacios cotidianos heterotópicos, ya que en su constitución encierran contradicciones y paradojas. Por un lado, están diseñados para jugar, divertirse y distenderse, por otro, son mecanismos de control corporal y social. Los niños pueden jugar en este espacio porque no pueden jugar en otros, es un espacio de segregación porque hemos fallado en considerarlos en todos los otros espacios públicos, aquí pueden ser observados y controlados en todo momento por sus pares y por adultos.
La representación de las plazas vacías incomoda. La desaparición total de los cuerpos plantea una imagen distópica, narrativamente (cinematográficamente) se sitúa en la espera entre ser habitado o haber sido habitado, un tiempo congelado o en suspenso, silencioso.